Pichangas Cementeras Noventeras
- Gen Hi8
- Nov 18, 2017
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Hoy en día lo normal es que las pichangas se realicen en canchas de verde artificial, con líneas de campo perfectamente trazadas, llenándonos la zapatillas con bolitas de caucho calientes por el sol.
Pero en los 90s, nada de eso existía. Las horas peloteras se mataban en canchitas de cemento; duro y maciso. En algunas ocasiones el cemento estaba parejo, pero algunas otras era como jugar en pistas rasposas, con grietas afiladas que sacaban lonjas de carne en cada barrida.
Otras veces las canchas estaban bien pulidas y pintadas con esmalte, lo que convertía a la losa futbolística en un campo de hockey sobre hielo super resbaloso, lo que hacía imposible frenar de golpe.
De todas las medidas y tamaños; se podía jugar 4 contra 4, 5 contra 5, pero las normas fulbiteras indicaban que el 6 contra 6 era lo oficial para campeonatos; y pichangas con apuestas de por medio. De ahí surgían las formaciones estratégicas del 1-2-3 ó el 1-2-1-2 ó el 1-1-2-2, en donde el primer 1, o sea el arquero, se cuadraba bajo los tres palos, pero también bajo el tablero de básket integrado al arco, el cual a veces también jugaba, impidiendo “colgadas” antológicas.
Este futbolismo cementero se trasladó a (o tal vez se originó en) la costumbre barrial de pichangas pisteras, mecanismo por el cual, un barrio tomaba por asalto la pista más ancha de la zona para colocar mini-arcos (goles rodados) y dar rienda suelta a esa expresividad futbolística barrial, llena de chiches y trampillas. El mundialito de El Porvenir es la máxima representación de esta cultura cementera, el pináculo de la pichanga barrial, achorado y pendejo
El look fashion también ha cambiado mucho, hoy en día es muy facil comprar camisetas de equipos de fútbol de todas partes del mundo y las encuentras en cualquier mall, tienda especializada, puesto de galería o mercado y hasta en las esquinas ambulanteras más “elegantes” de la ciudad. Las zapatillas ni que decir, encuentras todas las marcas y colores y obviamente están hechas para lograr ese look pelotero pro.
En los 90s éstas cosas eran super complicadas de conseguir. Uno que otro player cementero tenía la dicha de tener una camiseta de fútbol de equipos profesionales, el resto nos conformabamos con el polo más viejo y roto de algodón, o tal vez el buzo de Educación Física de los colegios. Las zapatillas más pro para el fulbito eran las Tigre o las North Star, de lona blanca, punta de caucho con línea azul, y una suela amarilla tan delgada que al desgastarse en unos meses tu media quedaba al descubierto, con lo que tu pie recibía contacto directo con el cemento piedroso y caliente. Inevitable sufrir de ampollas acuosas gigantes luego de jornadas pichangueras extensas. Pero lo que se destacó en los 90s en cuanto a la moda pelotera, fueron las licras cortas, como las leggins de hoy pero hasta el muslo y que se usaban bajo el short. Fue el brasileño Careca (con C no con G, tan de moda hoy en día) quien impuso esta prenda, la verdad bastante inútil y posera, tanto así que hoy en día ya nadie las recuerda.
Pero lo que no ha cambiado para nada, es la emoción obsesa de jugar y jugar con los patas, con los rivales, o con totales desconocidos. Ese feeling supera y trasciende décadas, generaciones, modas y por supuesto materiales con los que se hacen las “canchitas” de nuestras vidas.

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