Hi8... RECordando cómo era
- Gen Hi8
- Jul 2, 2016
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Probablemente hayan pasado ya casi 20 años desde la última vez que tuve una cámara Hi8 en la mano. Obviamente los primeros 10 minutos sirvieron para hacer un repaso analógico sobre el funcionamiento de la cámara, y así, desligar el olvido de la ignorancia. Tuve que recordar quitarle la lengüeta de seguridad a la cinta. Recordar el sonido Sci-Fi al abrir la compuerta del tape. Recordar retroceder en STOP para no malograr el cabezal (sobretodo si la cámara tiene más de 15 años sin uso). Recordar mirar por el visor para no gastar batería con la pantalla LCD. Recordar el balanceo intranquilo del handycam. Recordar la sensibilidad errante del zoom.
Y así fue que recordar, palabra que curiosamente empieza con REC, se volvió un paso obligado pero a la vez gratificante, al ver que la tecnología análoga llegó a su máximo nivel con esta camarilla casera. El sensor CCD, que no recuerdo exactamente qué hace, consigue un nivel de luminosidad comparable con un lente 1.8 para cámaras DSLR. El modo Nightshot es casi milagroso para cualquier producción de guerrilla, porque de verdad ves así estés en las tinieblas. Los movimientos de paneo, salen mucho más limpios y continuos que los formatos digitales. Y el micrófono interno registra el audio, así el actor hable de espaldas.
Y en este proceso de recordación, lo más placentero, audiovisualmente hablando, fue volver a ver y sentir esa textura legañosa, grumosa y nostálgica que se expresa en la imagen. Esta sensación visual es tan familiar, que nos transportamos en un viaje sensorial al pasado, donde nuestros momentos íntimos, personales y cotidianos, quedaban almacenados inmortalmente en ese delgadito plástico negro llamado cinta y que se enrollaba a la velocidad de 30 FPS.
Es por esto que para mí, el Hi8 representa mucho más que una tecnología del ayer. Como yo lo veo, esas cintas son momentos de vida, que nos permiten dar un paseo para visitar nuestras casas pasadas, ver amigos de antes, escuchar a familiares ausentes, divertirnos con juegos olvidados, bailar en fiestas de antaño, volver a viajar a donde hayamos ido. Y al final de este paseo, lo que nos permiten estas cintas Hi8, es hacer una retrospectiva como individuos y como sociedad, para reflexionar, reír, llorar, contrastar, evaluar y definir nuestra vida presente en función a nuestra vida pasada.
Finalizo con una frase trilladísima y mil veces dicha y escuchada, pero no por ello carente de verdad... RECordar es volver a vivir.

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